Dice Eduardo Mendoza que Transbordo en Moscú será la última novela que escriba y asegura también que es la más autobiográfica de la trilogía de Rufo Batalla. El anzuelo ha funcionado conmigo, atraído por traspasar furtivamente la sonriente máscara de caballero inglés que Mendoza gasta con exquisita, húmeda naturalidad. Lo primero es imposible saber si será verdad (aunque lo parece), pero lo segundo lo es a la vista del retrato autoparódico que ofrece de este holgazán, acomodaticio y circunspecto narrador de una historia despojada de cualquier ínfula y, precisamente por eso, entretenida, superficial, vagamente emparentable con la intrepidez delirante de Mortadelo y Filemón o de Anacleto, agente secreto.
Comentaris